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Legado de Toledo: el IAGO celebra su 35 aniversario con una exposición de su fundador



El Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO) celebra su XXXV aniversario con una exposición de su fundador, el maestro Francisco Toledo, en la que se incluyen 150 pruebas de estado y de autor de la obra gráfica del artista zapoteco, quien fuera promotor cultural, activista, filántropo y promotor de las lenguas indígenas.



La exposición “Procesos, exposición de Francisco Toledo”, premio Nacional de Ciencias y Arte en el área de las Bellas Artes, fue inaugurada el pasado 11 de noviembre y permanecerá expuesta hasta el 2 de enero de 2024.

Hazam Jara, director del IAGO, recordó que el interés por la gráfica llevó al artista Francisco Toledo a crear un museo dedicado a esta técnica hace 35 años, el IAGO, el cual ha sido una parte fundamental para que en Oaxaca exista un desarrollo importante en la gráfica.


Es por ello que para celebrar su XXXV aniversario, este mes de noviembre, el IAGO albergará en su museo “Procesos, exposición de Francisco Toledo”, conformada por más de 150 pruebas de estado y de autor.

Detalló que “el maestro Toledo siempre mostró interés por la gráfica, abrió el IAGO en un tiempo en que en Oaxaca no existían tantos espacios culturales, pero siempre quiso acercar a la gente al arte y poner la educación al alcance de más personas. Para recordarlo, planeamos una exposición de él, pero sobre todo para mostrar el proceso en la gráfica y compartir cómo llegaba a la obra final, además de que muchas piezas son únicas”.


Jara agradeció el apoyo de la familia del artista para hacer posible esta exposición y las diferentes actividades que se realizan en coordinación con el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL).


Recordó que en 2018, en una entrevista, Toledo platicó que tuvo una formación gráfica desde temprana edad cuando llegó a estudiar a Oaxaca en 1953 a la Escuela de Bellas Artes y en 1955: “a la edad de 15 años, entré al taller de grabado de Arturo García Bustos, continué en la Escuela de Diseño y Artesanías en la Ciudadela en la Ciudad de México, después en París hice litografía y a mí regreso continué con el grabado en madera y metal”.


“He hecho cerámica, objetos, dibujos, pinturas y acuarelas, un poco de todo, creo que en los libros que se han editado de mi obra se puede ver que hay un artista que se ha metido en todo”, mencionó.


Fernando Sandoval y Jesús Sánchez, dos de los impresores con los que Toledo trabajó en el taller Sangfer durante sus últimos 20 años de vida, platicaron en torno al proceso creativo del artista.


“Los papeles que podemos ver en la exposición se llaman prueba de estado y consiste en sacar una prueba, para ver ‘cómo va’ el grabado, para ver ‘en qué capítulo vamos’, el primer capítulo es siempre la primera estampa de lo que está sucediendo y después de eso que más le iba a poner o si ya estaba lista. Les puedo decir que en los años que trabajamos con Toledo, hubo sólo dos o tres grabados que a la primera quedaron, porque no necesitaban más, entonces ahí sí nos quedamos sin pruebas de estado. Pero siempre trabajar con Toledo era hacerlo con varias placas a la vez, ya sea en blanco y negro o en color, y sacando muchas, muchas pruebas de estado”, explicó Sandoval.


Agregó que en ocasiones guardaban la placa, pasaba el tiempo y Toledo regresaba, la pedía y comenzaban otra vez el proceso, “trabajando siempre él, y nosotros ayudando como técnicos. Nosotros apoyando, ya sea en el ácido o a veces compartiendo algún consejo sobre la impresión. En el grabado hay dos técnicas que es el momento de la impresión y la del proceso de la placa, entonces Jesús es el impresor del taller, él se llevó mucho tiempo con el maestro Toledo sacando copias de estado”.

Sánchez recordó cómo hacían las pruebas, “el maestro a veces nos decía ‘¿qué colores me aconsejan?’ o ‘a ese color póngale otro poco de este otro’, lo hacía para cambiarlo, para calentarlo, para hacerlo más firme, ‘póngale más color tierra’. Cuando trabajamos muchos autorretratos en madera con tinta metida y encima el entintado con rodillo, era estar buscando colores hasta que el maestro comenzaba a decir, ‘está muy claro’, ‘ahora está muy oscuro’, ‘póngale un poquito de esto’… era estar buscando y revisando la presión del papel, que estuviera bien húmedo, secar la tinta, que no estuviera muy espesa, luego que no estuviera muy líquida”.


Nota de la Jornada

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